El poder eterno del Chapare: ¿Es tiempo de un nuevo ciclo político? Muchos bolivianos ya lo creen

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En Bolivia, los líderes cocaleros del Chapare —Evo Morales, Leonardo Loza y Andrónico Rodríguez— se disputan abiertamente el poder político con una obsesión que ya no sorprende, pero sí preocupa.

A ellos se suma el presidente Luis Arce Catacora, también surgido del MAS, pero distanciado de la cúpula sindical que lo llevó al poder.

A casi dos décadas del ascenso del Movimiento al Socialismo (MAS), el país se enfrenta a una pregunta incómoda: ¿qué cambió realmente con los líderes del Chapare al mando?

El llamado “proceso de cambio” prometía una transformación estructural del Estado, con justicia social, inclusión y un gobierno al servicio de las mayorías.

Sin embargo, hoy ese proyecto parece haber derivado en una lucha de egos, donde las viejas banderas sociales fueron reemplazadas por intereses personales y pugnas internas.

Evo Morales, a pesar de haber sido presidente por 14 años y haber sido forzado a renunciar en 2019, insiste en volver al poder.

Leonardo Loza y Andrónico Rodríguez, dirigentes del sector cocalero y actuales senadores, no ocultan sus aspiraciones presidenciales.

Lo irónico es que ninguno representa hoy una renovación política. Por el contrario, reproducen el mismo modelo de caudillismo que tanto criticaron.

Las bases cocaleras, que antes fueron motor de una revolución democrática, hoy se ven atrapadas en un juego de poder sin contenido. Mientras tanto, Bolivia sigue enfrentando los mismos desafíos: crisis económica, debilitamiento institucional, justicia politizada y una democracia en retroceso.

El liderazgo cocalero tuvo su oportunidad histórica y dejó huella. Pero insistir en gobernar eternamente, sin autocrítica ni apertura a nuevas generaciones, solo demuestra que el cambio prometido fue más discurso que realidad.

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