Luis Arce proyecta que en un año se producirá 80% del diésel para abastecer a Bolivia

El presidente de Bolivia, Luis Arce, manifestó que para el próximo año su país producirá el 80% del diésel que necesita para abastecer el mercado interno, gracias a la producción de dos plantas de biodiésel y los proyectos de exploración de nuevas reservas de hidrocarburos.
“A partir del 2026, Bolivia va a producir con materia prima nacional el 80% del diésel que hoy consumimos”, manifestó el presidente en un acto en la localidad de El Puente, en el departamento sureño de Tarija. El primer mandatario hizo referencia al descubrimiento del campo Mayaya, en el norte de La Paz, que originalmente era de 1.7 trillones de pies cúbicos pero “tiende a ser mucho más grande”.
Con la producción de este campo y la de las plantas de biodiésel, el jefe de Estado aseguró que se va “solucionar el problema estructural” del desabastecimiento de combustible y se va a revertir la dependencia de las importaciones.
La declaración se da en medio de la recurrente escasez de diésel y gasolina que atraviesa el país desde hace más de un año. La crisis económica y la falta de dólares ha dificultado la importación de combustible y ha llevado al Gobierno a admitir que no puede cubrir el 100% de la demanda local.
Bolivia importa cerca del 90% del diésel y el 56% de la gasolina que consume. En 2024 se destinaron 3.349 millones de dólares para la importación y en esta gestión se presupuestaron 56 millones de dólares semanales, un monto que cada vez resulta más difícil de conseguir.
Adicionalmente, al gasto que representa la adquisición de carburantes, el Estado boliviano subvenciona este producto, es decir que lo vende a un precio menor que el de la compra. Desde 2005 que los precios están congelados y la situación se ha vuelto compleja para el presupuesto público debido a que tanto los costos como los volúmenes de importación han aumentado con el paso de los años.
En Bolivia el litro de gasolina y diésel se comercializa a un aproximado de 0,53 dólares cuando, según las estimaciones realizadas por el Gobierno a finales de noviembre, el precio tendría que ser más del doble y oscilar entre 1,20 y 1,25 dólares. El bajo precio a nivel nacional ha dado surgimiento a redes de contrabando dentro y fuera del país. Se estima que el país pierde cerca de 600 millones de dólares anuales por la venta ilegal en las fronteras.
Después de varios meses negando la crisis de combustibles y atribuyendo la escasez a situaciones circunstanciales, como alteraciones en la logística de distribución por bloqueos, el mes pasado, el Gobierno admitió que el problema de fondo es la falta de liquidez en dólares y confesó que no podría cubrir la demanda.
En ese marco, el presidente Arce autorizó a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos a comprar dólares y activos virtuales para costear la importación de combustibles, ante la “iliquidez transitoria” de divisas. En paralelo, dictó diez medidas para reducir el consumo local que fueron ampliamente criticadas porque lejos de resolver el problema apuntaban a modificar los hábitos ciudadanos para reducir el consumo.
En todo este tiempo, el presidente ha pedido a la Asamblea Legislativa Plurinacional que apruebe créditos externos por más de 1.200 millones de dólares, que están destinados a otros proyectos pero que generarían liquidez en dólares, y calificó el retraso como un “boicot” económico contra su gobierno.
La falta de dólares y de combustible, sumadas al alza de los precios de la canasta familiar, le han pasado factura al Gobierno que según las últimas encuestas tiene niveles altos de desaprobación. De igual manera, la intención de voto hacia el presidente, en caso de que busque la reelección, es mínima.
“¿Quién está dando la solución a ese problema estructural? El Gobierno nacional, nosotros estamos dando la solución estructural”, manifestó Arce sobre los planes para resolver la escasez, en un discurso con matices electorales. La cuestión es que los réditos de estos proyectos se verán luego de las elecciones.